Joaquín Mollá Francés
LOS CEMENTERIOS DE LA PARROQUIA DE SANTA CATALINA DE CAUDETE
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LOS CEMENTERIOS DE LA PARROQUIA
DE SANTA CATALINA DE CAUDETE
THE CEMENTERIES OF SAINT CATHERINE OF CAUDETE
Joaquín Mollá Francés
caudete69@gmail.com
Cómo citar este artículo: Molla Francés, J. (2022). Los cementerios de la
parroquia de Santa Catalina en Caudete. Al-Basit (67), 99-138. http://doi.
org/10.37927/al-basit.67_4
Recibido/Received: 3-5-2022
Aceptado/Accepted: 31-10-2022
ABSTRACT: The temple of Saint
Catherine has been growing and
adapting to the new liturgical
needs and styles or artistic fash-
ions. So much so that the need
to have a chapel of Communion
demanded the transfer of the

which it is known. This change
was successively resolved in a
rather precarious way, so much
so that provisionality lasted until
1911, year in which the current
cemetery municipal character
was inaugurated.
KEYWORDS: Caudete, cemetery,
Saint Catherine, castle, altars,
Communion chapel.
RESUMEN: El templo de Santa
Catalina ha ido creciendo y adap-
tándose a las nuevas necesidades
litúrgicas y estilos o modas artís-
ticas. Tanto que la necesidad de
contar con una capilla de Comu-
nión exigió el traslado del primer
cementerio, o fosar, parroquial del
que se tiene noticia. Este cambio
fue sucesivamente resuelto de
manera bastante precaria, tanto
que la provisionalidad duró hasta
1911, año en que se inauguró el
actual cementerio ya de carácter
municipal.
PALABRAS CLAVES: Caudete, ce-
menterio, Santa Catalina, castillo,
altares, capilla de la Comunión.
Tradicionalmente la Iglesia católica ha venido regulando los

y defunción-. Desde el Concilio de Trento (1545-1563) se impuso,
además, la necesidad de llevar registros por escrito de todos ellos.
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Su utilidad está clara. Por un lado, se podía conocer los antecedentes
familiares de cualquier feligrés en una época donde la denominada
limpieza de sangre y ser cristiano viejo -sin antepasados de otras re-
ligiones o conversos- era muy importante. De otro, era más fácil lle-
var un mejor control contable en el momento de gestionar el cobro
de impuestos, especialmente los diezmos, a los que la Iglesia tenía
derecho.
El hecho de nacer ya generaba tantas obligaciones para los
padres como derechos para el concejo o el señor jurisdiccional y la
iglesia local. Pero era el matrimonio el que más ingresos proporcio-
naba ya que los contrayentes debían demostrar su adscripción a la


bautismo. También que no hubiera algún impedimento social, legal
o familiar que lo imposibilitara, siendo las dispensas por consangui-

ordinario. En cambio, la muerte apenas si generaba ingresos para las
parroquias salvo el de los derechos de entierro y los emolumentos
1
de su familia, provocaba la petición de Misas por su alma o la deter-
minación de legados testamentarios.
-
tólica enterrarse en el interior de sus lugares de culto buscando los

mártires y de sus reliquias. “Los mártires nos guardan […], a nosotros
que vivimos con nuestros cuerpos, y nos tomas a su cargo cuando he-
mos dejado nuestros cuerpos. Aquí nos impiden caer en el pecado, allá
2. Las clases sociales más acomo-
1 Vidal, 1961, pp. 123-129 y 155-164. Ya el primer Sínodo de la diócesis de Orihuela,
celebrado en 1596, se ocupó entre otras cosas de regular los llamados derechos de
sepultura. Así, prohibió los enterramientos después del rezo del Ángelus y los clandestinos,
que los clérigos ayudasen a trasladar los cadáveres, salvo que se trate el de un compañero
      
aranceles para toda la diócesis. En el segundo Sínodo diocesano, 1600, se revisaron al alza
estos aranceles.
2 Philippe ARIÈS, 1983, p. 36. Este texto desarrolla con, en mi opinión, gran acierto una
sistematización sobre las diferentes formas que han tenido las distintas culturas de

morales ni religiosas.
Joaquín Mollá Francés
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dadas lo harían próximas al presbiterio o en capillas, criptas o se-
pulcros individuales o familiares. Y conforme se alejaba la sepultura
de estos lugares principales era indicio de poca riqueza e importan-
cia. Para los que nada tenían su funeral era celebrado por caridad.
Son los enterramientos por Amor de Dios.
Durante los siglos XIII a XVII existió una zona destinada a
cementerio de la parroquia de Santa Catalina Virgen y Mártir, úni-
ca parroquia en Caudete hasta 1950. El espacio tenía su fachada y
entrada por la calle de La Canal, una casa a la izquierda, el templo
a su derecha y su sacristía era el linde trasero. Este cementerio dis-
ponía de varios osarios donde se depositaban los restos de los ca-
dáveres de las criptas y sepulturas del interior del templo pues era
costumbre efectuar periódicamente mondas o limpias generales de
las sepulturas cuando la necesidad de espacio para nuevos sepelios
imponía su desalojo3
al vaciado de fosas antes de introducir nuevos restos. Los suicidas,
ajusticiados y desconocidos de los que no constara su religión reci-
bían sepultura en un sector apartado del cementerio, al igual que los
conversos y esclavos.
Hasta hoy no hay constancia en Caudete de cofradía peniten-
cial o devocional alguna que asegurase el enterramiento de los más
pobres. Es muy posible que sus cadáveres fueran enterrados en el
cementerio mediante la acción conjunta del concejo, que facilitaba
gratis el enterrador, y la parroquia, que aportaba una fosa y un bre-
ve responso4. Todas las personas sin recursos para costearse una
sepultura propia o para pertenecer a una cofradía que asegurara
su inhumación en el interior de un templo, ya fuese en la iglesia de
Ntra. Sra. de El Carmen del convento carmelita de San José o en la
3 Las mondas generales, la exhumación y el traslado de cadáveres solo fueron prohibidas
en 1851. Hasta entonces el traslado de huesos y reducción de restos, estuvieran secos
o no, se podía realizar en cualquier tiempo y momento, aunque se recomendaba que se
efectuasen en invierno y a primeras horas de la mañana.
4 El 2 de septiembre de 1751 el ayuntamiento contrataba un nuevo hospitalero para el
de San Diego y entre sus ocupaciones estaba la de estar “obligado a abrir las sepulturas a
todos los Pobres de solemnidad asi forasteros como de esta Villa, sin paga alguna” (Archivo
municipal de Caudete, AMC, Libro 6 de actas capitulares, s/p).
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parroquia de Santa Catalina, eran enterradas en los vasos o criptas
que el concejo disponía en esta última5.
En cambio, sí aparece que la fábrica6 disponía de un ataúd
que alquilaba a la familia del difunto o a la cofradía en el caso de
que perteneciera a alguna, para su traslado desde el domicilio hasta
el templo y luego a la sepultura. Después el cadáver se enterraba
con un sudario de tela, de mejor o peor calidad según la disposición

un almacén anexo al cementerio junto con los útiles para abrir las
sepulturas y bajo responsabilidad del sepulturero7. En tiempos de
prosperidad económica siempre algún feligrés pedía ser enterrado
amortajado con un determinado hábito8 y solo los muy pudientes
solicitaban un ataúd con tapa o forrado de diversas telas, especial-
mente a partir de la segunda mitad del siglo XVIII. Eso sí, con la pre-
5 El sepulturero o enterrador debía “de habrir las sepulturas que cualquier vezino le mandara
abrir para enterrar los cadaveres, pagandole tres reales de vellon cada uno, y despues de
enterrados, ha de ser obligado el suso dicho a cubrirlos de tierra, como tambien a quitar y
 (AMC, Libro 6
de actas capitulares, s/p).
6 Por fábrica hay que entender un fondo de dinero y contabilidad que llevaban las iglesias
destinado únicamente para su mantenimiento, reparaciones o ampliaciones, y también a
costear los gastos del culto divino.
7 En el inventario de 1568, primero que he conocido, ya aparece “una caxa para los difuntos”,
aunque su uso era anterior (Archivo parroquial de Santa Catalina, APSC, Libro de cuentas
de fábrica y visitas, 1500-1595, f. 107v). En su testamento de 1782 el rector Cristóbal
Antonio Marín y Malla ordenaba que “es mi voluntad que mi cadaver sea enterrado sin
ataud, pero para llevarle á enterrar quiero se me haga un Ataud con quatro Asas de Yerro,
sin tapa, y sin aforro alguno, si solo dado un color ordinario nuevo, ó negro, el qual concluido
mi Entierro, sepultado ya mi cadaver, se buelba á la referida Parroquia, en la que se guarde
en lugar destinado para ello, el que sirva unicamente para los Pobres que mueran en el
 (Archivo
histórico provincial de Albacete, AHPA, Caja 3776, ff. 110r a 117v). En 1849 todavía existía
la costumbre de que la parroquia prestara un ataúd a la familia del difunto. Este año la
fábrica gastó “ y otros 77 reales “por
jornales y material para hacer una casita en el cementerio para colocar el ataud, mesa y
, en el cementerio de Santa Ana (APSC, Libro de cuentas de
fábrica de Fábrica, 1805-1905, ff. 126r y 127r).
8 Los hábitos o túnicas más solicitados eran el de la Virgen del Carmen, con y sin capa, y el
de San Francisco. También hay hábitos de Santa Rita y “de Ntro. Pdre. Sn. Fco. de la Villa de
. Caso aparte es el de Francisco Requena Exea que pide ser “amortajado con Abito
de Ntra. Señora del Carmen y de la tercera Orden de Ntro. P. Sn. Fco. de esta Villa, poniendo el
del Carmen debajo y el de Sn. Franco. encima y con  (AHPA, Caja 3775,
ff. 125r a 128v). Los modestos pedían sus propios trajes o vestidos, y los más humildes o
pobres nada prevenían pues solo se llevaban las únicas ropas de que disponían.