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Miguel Mariano Beneite Aparicio
EL CUERPO DE JOSÉ ANTONIO A SU PASO POR LA PROVINCIA DE ALBACETE COMO ESCENARIO DE LA LITURGIA FRANQUISTA
EL CUERPO DE JOSÉ ANTONIO A SU PASO POR LA PROVINCIA DE
ALBACETE COMO ESCENARIO DE LA LITURGIA FRANQUISTA
THE BODY OF JOSÉ ANTONIO AS IT PASSES THROUGH THE
PROVINCE OF ALBACETE AS A STAGE FOR FRANCHIST LITURGY
Miguel Mariano Beneite Aparicio
Investigador independiente
mmbeneite@gmail.com
A la generación de mis nietas Aitana Beneite-Martí y Azahara
Beneite-Martí, para que recuerden que el brazo que impone
esclaviza voluntades y la mano que se ofrece forja libertades
Como citar este artículo: Beneite Aparicio, M. (2025). El cuerpo de José Antonio
a su paso por la provincia de Albacete como escenario de la liturgia franquista.
Al-Basit (70), http://doi.org/10.37927/al-basit.70_2
Recibido/Received: 21/05/2025
Aceptado/Accepted: 3/08/2025
RESUMEN: El régimen franquista
aspiraba a escapar de los estra-
gos de la Guerra Civil, asentando
la nueva España victoriosa. Esta
nueva etapa se construía con un
nuevo estilo político, en parte, me-
-
ra de José Antonio Primo de Rivera

el traslado de sus restos mortales
a través de las tierras de esa nueva
España y organizando la participa-
ción del pueblo. Se trataba de mo-
vilizar a las masas en la doctrina
de la unidad y soberanía del pue-
blo mediante su mística nacional,
y de constituir la legitimidad del
franquismo mediante una red de
símbolos que transformara el po-
der militar en autoridad civil y que
materializara sus nuevos ideales.
Los factores principales de este
relato fueron la retórica falangista
y los discursos engendrados por
ella. Para ilustrar lo expuesto, se
hace una descripción pormenori-
zada de la liturgia franquista uti-
lizada en el traslado de los restos
mortales de José Antonio a su paso
por la provincia de Albacete.
PALABRAS CLAVE: guerra civil,
fascismo, carisma, religión políti-
ca, franquismo, legitimación, nue-
va España.
ABSTRACT: The Franco regime
aspired to escape the ravages of
de Civil War, establishing the new
victorious Spain. This new stage
was built with a new political style,
in part, through the dramatization
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
de Rivera as a hero or idol, staging
the transfer of his mortal remains
through the lands of that new Spain
and organizing the participation of
the people. It was a matter of mo-
bilizing the masses in the doctri-
ne of the unity and sovereignty of
the people through their national
mystique, and of constituting the
legitimacy of Francoism through
a network of symbols that would
transform military power into civil
authority and materialize its news
ideals. The main factors in this na-
rrative were the Falangist rhetoric
and the discourses engendered by
it. To illustrate the above, a detai-
led description is given of the Fran-
coist liturgy used in the transfer of
the mortal remains of José Antonio
as they passed through the provin-
ce of Albacete.
KEYWORDS: Civil war, fascism,
charisma, political religion, Fran-
coism, legitimation, new Spain.
1. INTRODUCCIÓN

mortales de José Antonio Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, fun-
dador de la Falange española (en adelante, José Antonio). El estudio
se centra en su paso por las poblaciones albaceteñas de Chinchilla
de Montearagón, Albacete y La Roda de Albacete, precisando a priori

objetivo pretendido no es otro que profundizar en la permisividad
que el régimen concedió a los falangistas para adulterar el legítimo

de la Iglesia católica. Una permisividad que provocaría la sacraliza-
ción de la política.
Con el nacimiento de las religiones políticas y liturgias fran-
quistas, lo carismático pasaba a ser la cualidad del nuevo régimen,
dejando atrás un monarquismo que estaba en declive en toda Euro-
pa y soslayando la democracia. Para erigir este nuevo régimen se ne-
-
trucción, en un momento de encarnizado enfrentamiento dentro del
franquismo por imponer las diferentes corrientes ideológicas que lo
-

de José Antonio como instrumento de movilización e integración de
las masas castellanas en general y albaceteñas en particular. Y, más
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EL CUERPO DE JOSÉ ANTONIO A SU PASO POR LA PROVINCIA DE ALBACETE COMO ESCENARIO DE LA LITURGIA FRANQUISTA
-
dó en favor de Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo Franco Ba-
hamonde Salgado Pardo de Andrade, Franco, para más señas, que

lo que resultara aprovechable en una época de efervescencia fascis-
tizante en Europa (Payne, 1985, 202).
Para construir la nueva España, el poder de la retórica, ora-
toria y pomposidad propio de la Falange se convirtió en un arma
imprescindible. De ahí que, por decreto inserto en el BOE de 13 de
noviembre de 1939, se disponía el traslado e inhumación de José
Antonio y se le otorgaban honores de Capitán General, distinguién-

de la juventud. La puesta en escena de los falangistas no se impro-
visó, sino que se diseñó y trascurrió bajo la férrea vigilancia de un
Caudillo que se autoerigía monarca por derecho divino y, por ello,
responsable tan sólo ante Dios y ante la historia, como se recoge

(Payne, 1985, 202). De esta guisa, la retórica en cuanto a oratoria
y pomposidad llegó a cotas máximas a su paso por la provincia de
Albacete. Por ello, pretendemos ser exhaustivos en nuestro análisis

los días 23, 24 y 25 de noviembre de 1939, tres días en los que la
Falange descargó todo su arsenal ideológico-religioso.
En términos metodológicos, la investigación parte de un des-
broce inicial de la prensa de la época realizado en el Archivo Históri-
co Provincial de Albacete (AHPAb). El resultado fue encontrar varias
editoriales de noviembre de 1939 sobre el traslado de José Antonio
desde Alicante a la Basílica del Monasterio del Escorial. A partir de

del Instituto de Estudios Albacetenses (IEA) y de los Ayuntamien-

el tema que como investigador he venido recabando y acumulando,
año tras año, durante largo tiempo, escarbando en libros y revistas
-
sos fondos de asociaciones y fundaciones ligadas al tema y, como no,
el ingente recurso que constituye Internet. Tras esta larga etapa re-
cabando datos, este trabajo se marcó como eje fundamental poner
en valor desde una perspectiva histórica un concepto clave para la
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investigación, el de religión política surgida de la instrumentaliza-
ción franquista del traslado “funerario-procesional” de los restos de

recorrido que, mayoritariamente, discurrió por la región castellano-
-
fermería donde fue fusilado José Antonio, el día 20 de noviembre de

Alicante y, tras la victoria de los sublevados, en el nicho n.º 515. El 20
de noviembre de 1939 salía de este cementerio camino de Madrid.
Figura 1. Exhumación de los restos de José Antonio. 4-abril-1939
Fuente: elespaoldigital
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Figura 2. El cuerpo de José Antonio sale del cementerio.
20-noviembre-1939
Fuente: www.alicantepedia.com
2. LAS RELIGIONES POLÍTICAS
Es importante saber quiénes las elaboran, por qué lo hacen,
    
defendía la Falange no se convirtió en el opio de los intelectuales,
pero sí cristalizó como opio del pueblo tal y como cabe interpretar
el comentario hecho por George Mosse (2005, 276)
En momentos en los que el sistema parlamentario no parece estar
funcionando adecuadamente, y amenaza con venirse abajo, los
hombres vuelven a desear un hogar totalmente amueblado en el que
lo bello y lo placentero no estén separados de lo útil y lo necesario. La
nueva política, al margen de lo apartada que estuviera del auténtico
humanismo, proporcionaba ese hogar.
En Teología política, Carl Schmitt opina que cuando un dios
concebía un mundo donde antes no había nada, hacía de esa nada
algo asombroso que podía ser origen de un nuevo mundo. Para el


Página 6

(2009, 63).
A la pregunta de quiénes elaboran una religión política se
puede contestar siguiendo a Ortega y Gasset (2010) que, en La re-
belión de las masas, dejaba entrever que debían gobernar los más
capacitados frente a los pseudointelectuales; o al ya citado Sch-


porque se creen capacitados para gobernar. Esta doctrina política
inventada se convierte en religión política cuando se produce una
irradiación religiosa de los intereses y símbolos políticos. Esta for-
ma de entender los movimientos como políticos y religiosos surge
de la metamorfosis de lo lógico en glorioso o sobrehumano, creando
una nueva realidad divinizada, estructurada mediante nuevas ideas
y símbolos pletóricos de exaltación religiosa y fanatismo, que cons-
truyen un nuevo orden justo y verdadero (Voegelin, 2014, 32). El
 
mítico conduce a una materialización de los sentidos; el mito ma-
terializa y organiza las esperanzas y los miedos humanos, transfor-
mándolos en obras persistentes y duraderas» (Mosse, 2005, 271).
En cuanto al por qué lo hacen hay que retrotraerse a la Espa-
ña de inicios de la década de 1930 donde, al igual que en Europa, se
estaba produciendo una aparente fascistización que, singularmente,
se acrecentaba con la exaltación de la muerte. Es decir, con el cul-
to a los caídos para superar el horror de la muerte y de la guerra.
Este fenómeno fascistizante constituía un problema para un régi-
men franquista que pretendía crear una nueva España a su medida
cuando en Europa las legitimidades tradicionales, como la monár-
quica, estaban en retroceso en contraposición a nuevas legitimida-
des, como la democrática y la carismática, que se hallaban en franca

mito de José Antonio como base fundamental para materializar una
religión política falangista.
En relación con los instrumentos utilizados, el fascismo pre-
tendía construir a través de la idea del apóstol, estadista o mesías,
el arquetipo del nuevo español y de una nueva España ajena al cato-
licismo y tradicionalismo. Junto a este hombre nuevo se reclamaba
la movilización y participación multitudinaria. La Falange conseguía
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personalidad de José Antonio, expuesto como el “Jefe” para liderar
su revolución. Por el contrario, el régimen franquista apelaba a una
religión de la patria incorporada a las instituciones de la nueva Es-
paña y a una nación integrada por ciudadanos partidarios de la uni-

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mientos políticos. En suma, que José Antonio se convirtiera en el
héroe, el mártir, el perfecto símbolo trascendente de una nación dei-

la Nueva España, que lo rechazaban (Payne, 1985, 192-193). A ello
se sumaba la neutralidad española en la Primera Guerra Mundial
y, en consecuencia, la inexperiencia en materia de «brutalización»
de la política. Ésta, aunque tuvo lugar, no fue tan acusada como en
Alemania e Italia y no hubo movilización ni nuevos mitos políticos.
 
masas (González, 2016, 123-151).
No había, por tanto, nada parecido a lo que a continuación se
avino a construir el nuevo régimen. En dicha construcción entró en
escena un protagonista que se impuso por la fuerza de las armas:
el Generalísimo Franco. Durante su inacabable presencia -más de
cuarenta años- observaría, evaluaría, cesaría y nombraría cargos,
siempre con la vista puesta en concentrar poder en su persona y,
mediante su legitimación carismática, ser convertido en máxima y
-

religión política: reaccionar y revertir cualquier atisbo de democra-
tización que surgiera en España por más incipiente que fuera. Lo lla-
mativo y extraordinario es que Franco también consiguió revertir lo
carismático. De la imagen inicial elegida para liderar la sacralización
de la política falangista (José Antonio) se fue haciendo una transfe-

sacralización de la política franquista.
Página 8
3. EL CULTO A JOSÉ ANTONIO Y SU LUGAR EN LA LITURGIA
FRANQUISTA
-
tonio cristalizaron con los honores formalizados en el traslado de sus
restos mortales: luto nacional, misas, colocación de placas conmemo-
rativas en las fachadas de las iglesias, etc. En este sentido, el recuerdo
y veneración trasmitido por los medios de comunicación ayudaron

en parte al menos, las penurias de la Guerra Civil. Siguiendo esta lí-
nea, Zamarreño (2015, 217) declaraba que el traslado de los restos
mortales estaba ideado bajo la pretensión de teatralizar su vuelta,

obra con un multitudinario entierro en la Basílica del Monasterio de

legitimara a los que salieron victoriosos de la contienda.
Como una de las ceremonias más espectaculares del franquis-
mo que fue, se cuidó hasta la extenuación lo simbólico y lo estético:
tiempos de silencio, de ceremoniosidad, de acompañamiento lumi-
-


al grito de José Antonio Primo de Rivera ¡Presente!, y anunciándose
los relevos con repique de campanas y salvas de cañón». Diez días
de jornadas ininterrumpidas para recorrer los casi 500 kilómetros
que separan Alicante del Monasterio de El Escorial.
Para algunos ideólogos de la época, José Antonio era la espe-
ranza para las nuevas generaciones que surgían tras la contienda.
-

1), destacado militante de Falange Española, lo comparaba en su
artículo José Antonio frente a la Historia (por tierras de La Mancha)
con «aquel Cid de Vivar» al considerarlo como nuevo señor de los
españoles o con «aquel Don Quijote, carne mitológica de España».
Sánchez Mazas (1939, 1) -miembro fundador de Falange Española-
resaltaba en su artículo Última piedra, primera piedra la similitud de

de redimir a España. Otros políticos-intelectuales reconocieron que
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Miguel Mariano Beneite Aparicio
EL CUERPO DE JOSÉ ANTONIO A SU PASO POR LA PROVINCIA DE ALBACETE COMO ESCENARIO DE LA LITURGIA FRANQUISTA
la exaltación de José Antonio era el corolario de una nueva religión
política, mediante el legado de su doctrina, caso de Pemartín (1939)
que opinaba que el objetivo de esta peregrinación a través de una
Patria no era dar reposo a un cuerpo, sino dejar erigida una doctrina.
En cuanto a la Iglesia, su cometido fue armonizar el traslado
rindiendo homenaje a los muertos nacionales en los templos, pero
con un importante matiz: utilizar la simbología y retórica fascista.
Se trataba de equilibrar fuerzas. Así, la cruz se usó como contra-
peso entre católicos tradicionalistas y fascistas, siendo uno de los
símbolos más utilizados y destacados en el traslado de los restos
de José Antonio. El peligro radicaba en confundir ceremonias reli-
giosas como los entierros con ritos cívicos o seculares del tipo de

los caídos. La Iglesia quería dejar claro que la España vencedora de-
bía ser la España de Cristo, no la de José Antonio (Latapié, 1995,
178). A tenor de lo expuesto se intuye la existencia de un marcado
enfrentamiento respecto al diseño de la Nueva España entre Falan-
ge y demás fuerzas integrantes del régimen. Por un lado, estaba el
diseño de una religión política defendido por el fascismo falangista.
Por otro, la politización de la religión impulsada por el resto de las


la teodicea cristiana de los segundos, dos caminos distintos para

Para ir cerrando la cuestión cabe preguntarnos: ¿qué preten-
día el régimen, al dar una prominencia al homenaje a José Antonio

Mosse (2005,272-276) señalaba en La nacionalización de las masas,
que en la nueva España se estaba produciendo un movimiento orga-
nizativo para, como expresara Benito Mussolini, transformar a una
multitud cual rebaño de ovejas en una sociedad organizada. Una po-
lítica de masa que, en suma, pretendía sustituir a través de la estéti-
ca, el mito y los símbolos a los gobiernos parlamentarios represen-
tativos. Este hecho era parte de una religión secular que forjaba un
mundo nuevo basado en lo mítico y lo simbólico que plasmaba las
esperanzas de los españoles. En consecuencia, la vida y la política
debían imbricarse o, visto desde otra perspectiva, todas las formas
y estilos de vida debían politizarse. Resumiendo, lo qué ideaba el ré-
gina 10
gimen para cambiar la dirección de los acontecimientos era: 1º) Re-
-
rio de José Antonio. Por ello, tomaba el relevo del caído por España,
se otorgaba la misión de conducirla a su plenitud y se aseguraba el


2009); y 2º) Un acercamiento a los movimientos fascistas que triun-
faban en Italia y Alemania. El culto a la personalidad del heredero
y continuador de José Antonio, el Caudillo, desde una proyección
fascistizante iba en esta dirección, pero poco a poco y, en apariencia,
de forma moderada. Se trataba de imitar un fascismo y nazismo que
iban in crescendo entre las diversas y heterogéneas fuerzas del régi-
men (carlistas, falangistas, militares, monárquicos, eclesiásticos...)
que discrepaban en cuanto a sus ilusiones tras la Victoria y su con-
cepción de la nueva España. El Caudillo se convertía en el garante
del equilibrio entre ellas, con una alta implicación de la Iglesia (Gon-
zález, 2016, 151). Dichas fuerzas serían fuertemente burocratiza-

Franco. A partir de la década bisagra de 1950, con el desarrollismo
tecnócrata, desaparecería prácticamente todo el poder de la Falange
(Payne, 1985, 12-13).
Tras estos comentarios procede retroceder en el tiempo y si-
tuarnos al mediodía del 23 de noviembre de 1939 en Chinchilla de

y los restos del “ausente” llegan a esta ciudad albaceteña.
4. LOS RESTOS MORTALES DE JOSÉ ANTONIO A SU PASO POR
CHINCHILLA, ALBACETE Y LA RODA
-
cederemos a detallar pormenorizadamente la simbología falangista

concreto por Chinchilla, Albacete y La Roda en este orden. El rela-

dan una idea ajustada, ni siquiera aproximada, de la profunda emo-
tividad interior en los nacionales participantes en las diversas cere-
monias ni del sentir de los vencidos integrantes de esa antiespaña
que divulgaba el régimen franquista. Los documentales Presente y
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gina 11
Miguel Mariano Beneite Aparicio
EL CUERPO DE JOSÉ ANTONIO A SU PASO POR LA PROVINCIA DE ALBACETE COMO ESCENARIO DE LA LITURGIA FRANQUISTA
Ya viene el cortejo, reproducidos por CIFESA en NODO (1939) son
ilustrativos al respecto.1
4.1. La llegada a Chinchilla de Montearagón
-
ciones históricas podría ser un posible asentamiento de naturales
del sudeste peninsular (actual Murcia) -morguetes de etnia ibera-,
estando ya comprobada su existencia en tiempos romanos y produ-
ciéndose un claro auge en tiempos islámicos como ciudad central de
un extenso territorio (hisn) dominado por las tierras de secano con

extiende con intrincadas y estrechas callejuelas por las laderas de
un cerro aislado en cuya cumbre se construyó un castillo-fortaleza
-
do e incluso temido en su entorno. Se trataba de una población de
tamaño mediano, pero fuerte por naturaleza gracias a las defensas
del cerro que la corona, y cuya monumentalidad crecería tras la re-
conquista cristiana en paralelo a su mayor relevancia económico-

para los habitantes que moran en sus miserables cuevas las enfer-
medades estaban al orden del día en épocas de frio y lluvias en que

una trampa letal en materia de salud.2
A las doce y media del 23 de noviembre de 1939 llegaba el
féretro de José Antonio al barrio de la estación de Chinchilla -sito
a 2 km del centro urbano- procedente de Villar de Chinchilla. Unas
 En Presente hay un comentario a destacar en este sentido: «Cruza las tierras que durante
tres años fueron campamento de las Brigadas Internacionales y escenario del terror mar-
xista».
 Vid. Pedro Morote (1741) Antigüedad y blasones de la Ciudad de Lorca; Juan Antonio de
Estrada (1747) Población General de España; Bernardo Espinalt (1778-1795) Atlante Es-

José Jordan y Frago (1779) 
 Antonio Vegas (1795)
José Jordan y Frago (1779)  
-
va de España; Francisco Verdejo (1827) Descripción general de España; Sebastián Miñano
(1826-1829)  Todos ellos tomado
de Rodríguez, 1985, 63, 69, 105, 123, 185, 217 y 223.
gina 12
horas antes, en Almansa, había tenido lugar un cambio relevante al
incorporar unas andas más largas para repartir mejor los 300 kilos
que, aproximadamente, pesaba el féretro y sus complementos. De
este modo se pasó de doce portadores (Figura 3) a dieciséis, cifra
que se mantuvo hasta llegar al Monasterio de El Escorial. Con ello,
además de un alivio para los portadores, se posibilitaba una mayor
participación directa de los falangistas en el traslado de los restos del
“ausente”, que llegaban a las 13:30 h. al centro de Chinchilla ciudad.
Figura 3. Paso del traslado de José Antonio por Villena.
22-noviembre-1939
Fuente: Villenacuentame. Com

cortejo enlutada, brazo en alto y con un amoroso respeto. A los ve-
cinos de Chinchilla se unieron cerca de cuatro mil falangistas de la
ciudad y pueblos de alrededor. El clero chinchillano que acompa-


ABC narraba que,
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Miguel Mariano Beneite Aparicio
EL CUERPO DE JOSÉ ANTONIO A SU PASO POR LA PROVINCIA DE ALBACETE COMO ESCENARIO DE LA LITURGIA FRANQUISTA
cerca de la estación, se erigió un altar cubierto de tejido de cáñamo
y seda antiguo con “una dolorosa, dentro de su hornacina” sobre él.
Media hora más tarde, ya dentro de la población, la comitiva era re-
cibida con arcos alzados con el nombre del Fundador. El viento era
tan fuerte que las columnas de humo se descomponían en jirones.
El frio calaba hasta los huesos, pero el pueblo asistía masivamente.
Las fachadas de las casas habían sido enjalbegadas de cal y revesti-
das de paños de luto. Los maceros de Chinchilla,3 vestidos de rancio
terciopelo, con sus rudos rostros tostados, brazo estirado en alto,
alma humilde, observaban en un silencio impactante el paso del
féretro que, al atravesar la puerta de la iglesia de Santo Domingo,
era agasajado con un responso y, a continuación, se rezó el santo
rosario. En silencio absoluto, apenas roto por el golpeteo corto y


«¡Madre, madre, que pasa José Antonio!». Todos los asistentes al
sepelio giraron sus cabezas hacia esa ventana y más de uno sintió
que en sus mejillas corrían las lágrimas. Y es que, en verdad, José
Antonio estaba presente (Bouthelier y Ros, 1939, 36). Por su par-
te, el diario Levante narraba que todos los habitantes de Chinchilla
participaban con riguroso luto en los rezos ante el féretro y que,
en el penal (Figura 4), se celebraba una misa en honor del Funda-
dor con la presencia en el patio, en formación militar, de todos los
penados. Las personalidades del cortejo fueron recibidas al son de
-

 La Iglesia era el principal factor de la formación intelectual de los “maceros de alma hu-
milde” gracias al sobredimensionamiento del personal eclesiástico, superior a la suma de
administrativos, funcionarios y fuerzas de seguridad del Estado. El “The War in Spaiin” de
12 de febrero de 1938 precisaba que “la Iglesia española constituía un formidable Estado
dentro del Estado, dando las siguientes cifras al respecto: “25.474 curas y 81.250 frailes
y monjas” (un cura por cada 900 h. frente a un empleado por cada 200 h.). En 1939, el
70-75 % de la población española era analfabeta y la Iglesia se aprovechaba de la falta de


-
dos eclesiásticos obligatorios como los de bautismo, matrimonio y defunción le aportaban
sustanciosas ganancias. A ello se suma su control sobre cooperativas y sindicatos agrícolas
y su sistema de testaferros para registrar muchos de sus bienes soslayando la ley (London,
1965, 88-89).
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

religiosos, con el mayor sentimiento (Levante, 1939, 4).
Figura 4. Penal de Chinchilla. 1939
Fuente: memoriadealbacete.victimasdeladictadura.es
Muchos hablarán del arte de la mentira experimentada en
esos maceros de Castilla, de toscos rostros curtidos y humilde alma,
engañados por quien graciosamente creía en el engaño. Fue una
mentira de comprobación -quien crea en ella, asimilará lo que venga
detrás-, una andanada para probar esa nueva arma que se expandi-
ría al resto de la Nueva España (Swift, 2010, 29-44) y se convertiría
en una «noble mentira» porque, como se atribuye al cardenal del
Renacimiento Carlo Caraffa, algunos creían que «Populus vult decipi,
ergo decipiatur» (el pueblo quiere ser engañado, por tanto, que sea
engañado). El pueblo de Castilla era así expuesto a una nueva ser-
vidumbre social a través de la religión laica que el fascismo estaba
elaborando. El aislamiento político-social de esta zona de España
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EL CUERPO DE JOSÉ ANTONIO A SU PASO POR LA PROVINCIA DE ALBACETE COMO ESCENARIO DE LA LITURGIA FRANQUISTA
era caldo de cultivo para enmascarar la realidad de la posguerra
(Condorcet, 2010, 95-139).
Uno de los documentos custodiados en el Archivo Municipal de
Chinchilla (AMCH)4 es un telegrama del director general de Propagan-
da de la Junta Política al gobernador civil de Albacete que recoge las
siguientes órdenes para el traslado de los restos de José Antonio: «Se
toquen las campanas de todas las parroquias e iglesias de ciudades
y pueblos y se gestionen salvas de cañón o en su defecto de fusilería
en los puntos donde exista guarnición militar» (Anexo 1). Un segun-
do archivo muestra la correspondencia entre el alcalde de Chinchilla y

a los vecinos de ésta cuanta cal les sea necesaria para blanquear el
pueblo». En la parte de atrás dice: «Se sobreentiende que la mercan-

(anexo 2). Finalmente, en un tercero se halla una correspondencia de
13 de noviembre de 1939 entre la jefatura provincial de la FET y las
JONS de Albacete con su jefatura local de Chinchilla (anexo 3) que hace
referencia al traslado de José Antonio en los siguientes términos:
Próximo día 23 aproximadamente, tendrá Chinchilla el honor
inmenso de recibir los restos del inolvidable fundador y primer

decisión del Caudillo y de la Junta Política, se nos ha encomendado
la preparación y realización de cuantos actos militares y civiles han
de celebrarse con este motivo, en el territorio de nuestra provincia

que esta Jefatura Local concede a tales actos; y, sin perjuicio
          

sirva adoptar las medidas siguientes, por el prestigio y decoro de
Chinchilla y para que quede nuestra ciudad en el lugar que, dentro

-
cio barroco del siglo XVIII, sede del Ayuntamiento, desde hace más de veinte años. En dicho

encuentra perfectamente ordenado. Cuando acudí a él me ofreció investigar una correspon-
dencia, probablemente inédita, de los días preparatorios del paso de los restos mortales de

años que ha sido responsable del archivo tal correspondencia no ha visto la luz.
gina 16
1. -
bricas de Cerámica, en la carretera de Ocaña a Alicante.
2. Iluminación del mismo [sic]; ampliándola por si el cortejo llegara
a nuestra ciudad de noche.
3. Asistencia de la Banda Municipal, perfectamente uniformada al
lugar y hora que se le indique oportunamente.
4. Movilización de todos los empleados municipales para que, en
-

las faltas, para las sanciones que procedan.
5. Engalanamiento de la Población con profusión de gallardetes de

ponerse de acuerdo, el Delegado [sic] de Servicio comisionado por
esta Jefatura.
Hacia las dos menos cuarto de la tarde del día 23 de noviembre
salía de Chinchilla el cortejo camino de la siguiente parada,
la ciudad y capital provincial: Albacete (Figura 5). En breve
comenzó a alumbrase el trayecto con hogueras votivas y el
        
maceros, ennegrecidos por el sol de ese inmenso solar que eran
las tierras de Castilla, regresaban a sus casas con una mentalidad
aparentemente renovada, pero con pensamientos tan llanos como
la tierra en la que habían nacido.
Figura 5. Camino de Chinchilla a Albacete. 23-noviembre-1939
Fuente: Jaime Belda Seller,1998.
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Miguel Mariano Beneite Aparicio
EL CUERPO DE JOSÉ ANTONIO A SU PASO POR LA PROVINCIA DE ALBACETE COMO ESCENARIO DE LA LITURGIA FRANQUISTA
4.2. Llegada y permanencia en Albacete
Albacete, una de las mayores poblaciones del recorrido tra-
zado para el traslado no adquiere relevancia hasta que los árabes,
al llamarla de ese modo, la convertirán en dueña y señora de la lla-
nura que la circunda. Tras la reconquista cristiana y, sobre todo tras
segregarse de Chinchilla, irá acrecentando, poco a poco, nobleza y
carácter ilustre que la elevarán primero a villa y luego a ciudad. Ubi-
cada en una vistosa y dilatada planicie pedregosa, los áridos Lla-
nos de Albacete, posibilitaba, a diferencia de Chinchilla, un tránsito
cómodo y sin peligro hasta llegar a su mal empedrado centro ur-
bano de callejuelas entrecruzadas conocido como Alto de la Villa,
Villavieja o Villacerrada. Su ubicación, encrucijada de caminos, será
-
banización, problemas de abastecimiento de aguas e insalubridad
por los encharcamientos del entorno.5
En la época de la Restauración, en la dictadura primoriverista
y en los años de 1930 Albacete, pese a su estrenada capitalidad y el
impulso que aportó al crecimiento económico y urbano, no dejó de
ser un gran poblachón manchego donde el dominio de la agricultura
latifundista en manos de una reducida oligarquía imposibilitaba la
redistribución de tierras, persistía un alto grado de analfabetismo,
el bagaje industrializador era escaso más allá de la agroindustria
harinera y sector cuchillero y la creciente actividad comercial re-

que empujaban a gran parte de sus habitantes a una vida rayana

La Guardia Civil (Figura 6), era la principal institución encargada de
mantener el orden sofocando altercados y manifestaciones para que
unos pocos y bien acomodados propietarios de tierras conservaran
sus privilegios sin menoscabo de la emergente clase empresarial
en servicios, comercio principalmente, y manufacturas (Panadero,
1987, 312-315; Parreño, 2021, 44).
 Vid las mismas obras referenciadas en la nota 2 y tomadas de Rodríguez, 1985, 63, 105,
123, 185, 211, 217, 223 y 317.
gina 18
Figura 6. Homenaje municipal a la Guardia Civil albaceteña. 1935
Fuente: Martínez Angulo.
Retornando a la comitiva que trasladaba los restos de José
Antonio, el 23 de noviembre, siendo las ocho de la tarde, se hacía
la entrega a la Falange de Albacete. El lugar, frente al obelisco a los
caídos en la avenida de José Antonio donde se había levantado una
cruz y, a sus lados, los escudos de España y Albacete y las banderas
nacional y del Movimiento (Madrid, 1939, 3). Tras la recepción se
adentraron en el parque de los Mártires y, frente al citado obelisco
(Figura 7),6 tuvo lugar el rito funerario del responso, se rindieron los
honores de Ordenanza y se entregó el cuerpo al jefe provincial de la
FET y de las JONS de Albacete, Fulgencio Lozano Navarro, auténti-
co camisa vieja y fundador de la Falange de Albacete.7 La relación
nominal de los falangistas que participaron en el acto de traslado,
 Durante todo el franquismo y hasta bien entrada la democracia, ambos símbolos perma-

de la ciudad Manuel Pérez Castell, cuando fueron relegados al cementerio municipal. Su
ubicación está en el primer pasillo derecho paralelo al paseo central de la parte antigua del
cementerio, un sitio mucho más apropiado, teniendo en cuenta que son monumentos que
representan a muertos.
 El día, hora y personas que custodiaron a José Antonio aparecen en el acta de traslado

1939).
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Miguel Mariano Beneite Aparicio
EL CUERPO DE JOSÉ ANTONIO A SU PASO POR LA PROVINCIA DE ALBACETE COMO ESCENARIO DE LA LITURGIA FRANQUISTA
entrega y custodia en Albacete fueron: Fulgencio Lozano Navarro,
Guillermo Serra Navarro, Francisco Poce Piqueras, Emilio Valdoví
Morales, Ramón García Quijada, Antonio Manglado Garea, Ernesto
Cuéller Minguez, Pedro Alejandro Jiménez de Córdoba, Agustín Gon-
zález Cano, Alfonso Sabater Andrés, Leonardo Villena Pardo, Matías
Martínez Castillo, Antonio Aguado Beltrán, José Peralta, Antonio
Parellada García, Carlos Gil de Arévalo, Juan Antonio Yiller Ochan-
do, Paulino Cuervas-Mons y Díaz de Quijano, José Sevilla Lodares,
Enrique López Pina, Rafael Llorente Sola, Antonio Sánchez Gonzá-
lez, Luis Serrano Navarro, Cristóbal Gómez Díaz y Esteban Company
Ribera.
Figura 7. Monolito falangista y monumento franquista ubicados hasta 2002
en el Parque de los Mártires (hoy Parque de Abelardo Sánchez)
Fuente: Ángel González Puértolas, 2024.
-
riormente salieron por la punta del parque y, pasando por el centro
de la plazoleta de la calle Tesifonte Gallego (hoy Plaza de Gabriel Lo-
dares) donde se alzaba una severa cruz negra (Figura 8), continua-
ron por la calle Marqués de Molins, bordearon la plaza del Caudillo
(Altozano actualmente) y girando hacia la calle Martínez Villena para
gina 20
detenerse en la sede de la Jefatura Provincial de la FET y de las JONS8
y luego seguir hasta la plaza de Cristóbal Sánchez donde se halla la
iglesia de San Juan Bautista que acogió los restos de José Antonio con
todos los honores y sucesivas guardias dispuestas para custodiarlos.
-
cio, el cortejo emprendía la marcha hacia la siguiente parada estable-
cida: La Roda. Todos los actos ligados al traslado que hemos comen-
tado fueron legitimados por la Iglesia que, de tal suerte, se convirtió
en protagonista clave del régimen a partir de entonces.
Pero ¿cómo reaccionó la ciudad de Albacete, capital de un te-
rritorio que fue campamento de formación de las Brigadas Interna-

consistoriales «El pueblo de Albacete se unió de forma impresio-


los caminos del resurgir nacional» y se impuso el luto para toda la
población hasta el día siguiente de su llegada a la Basílica del Mo-
 
-
ral, y dedicaba un apasionado homenaje al cuerpo del héroe, memo-
rable mártir. El Pueblo le había esperado junto al gran obelisco de
cemento, recogiendo la lección de los héroes, aunque no los había
comprendido del todo. Ante él se había hecho un responso por el
difunto, rezado por más de doce sacerdotes (Pérez, 1939, 3). Fueron
12.000 las antorchas encendidas para alumbrar el féretro de José
Antonio y más de 100.000 las personas que lo velaron. Se hablaba
-
nia en la Iglesia de San Juan Bautista (Levante, 1939, 5).A las cuatro
y media de la mañana empezaron las misas y a las seis los funerales.
Terminados estos, se rezaba un responso y el santo rosario. Y mien-
-
no de fervor y humildad, ante el féretro. La sección femenina de las
FET y de las JONS rezaba toda la noche y entonaba el De Profundis,
 La sede de la Jefatura Provincial de la FET y de las JONS sería trasladada en 1947 a la calle

Estudios Albacetense “Don Juan Manuel”, también conocido como Chalé Fontecha.
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gina 21
Miguel Mariano Beneite Aparicio
EL CUERPO DE JOSÉ ANTONIO A SU PASO POR LA PROVINCIA DE ALBACETE COMO ESCENARIO DE LA LITURGIA FRANQUISTA
que desde lo recóndito clamaba al señor. Mientras tanto, los aviones
-
das, plañían toda la noche (Informaciones, 3).
Figura 8. Paso por la cruz negra en la plazoleta de Tesifonte Gallego.
23-noviembre-1939
Fuente: Jaime Belda Seller. 1994.
Para hacernos una idea de la retórica utilizada por los cro-
nistas de la época transcribo literalmente parte de las palabras de
Antonio de Obregón (1939, 3):
           
innumerable de llamas de luces. La capital es una gran hoguera
         
Multitudes que avanzan, formaciones, ritos, tienen lugar en el pleno
y respetuoso silencio que rodea a los fornidos muchachos que llegan
de los pueblos y a las chicas pálidas y tostadas que ni aún a sonreír
se atreven.
gina 22
Las tres de la madrugada. En San Juan el Bautista, una guardia de
camaradas rígidos que han dejado su labor industrial y campesina o
su trabajo de la ciudad, rinden honor a su jefe, en esta estación de su
último camino. A la luz de las velas vense [sic] sus rostros robustos

a la funerala.
             
camaradas le acompañan. Como por la vida, va entre amigos, entre
los suyos.

             
nuestro paso, que nos dice la verdadera resurrección. Sin duda,
España es otra y una.
Levante, Castán Palomar (1939,
1), escribía que José Antonio quedaba protegido por el Cristo Es-

la Virgen de los Llanos, celebrándose junto a ellos el funeral. Otros
articulistas resaltaban la llegada de gentes de los más recónditos
lugares de la provincia de la capital, cuya población rondaba por en-
tonces los 64.200 habitantes (INE. Foro-ciudad). De ser cierto que
100.000 personas velaron los restos de José Antonio, el trasiego de
enfervorizados, curiosos y obligados asistentes debió ser espectacu-
lar y el bullicio extraordinario, pues constantemente llegaban cara-
vanas de automóviles y camiones, e incluso trenes especiales como
Madrid,
2). Por su lado, Luis de Armiñan (1939, 4), liberal alfonsino y cronis-
ta del diario Madrid, recordaba la importancia que para actos como
estos tenía hacerlos de noche, constatando la organización tan per-
fecta del engranaje de este gran evento:
La noche pone en los actos de los hombres un cierto matiz solemne.
Se por qué. Al llegar las sombras y tomar todo este tono de misterio
y de profundidad que solo la noche otorga, corazón y cerebro riman
y juntos vibran.
Estaba claro que la Falange había descargado todas sus ar-
mas e instrumentos ideológicos para recrear el desplazamiento del
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sepelio y, sobre todo, aprovechar la parada de doce horas en la capi-
tal albaceteña.
Siguiendo el relato de la efeméride, al abandonar la iglesia
(Figura 9), la comitiva era escoltada por guardia de honor mientras
había una llamada a funeral en todas las iglesias. El clero entonaba,
alternando dos coros, el Benedictus, o cántico de acción de gracias.
Comentaba Alfaro que un anciano los acompañaba de Albacete a El
Escorial andando y alimentándose solo de agua y pan, para despedir
a José Antonio (ABC, 8). Finalmente, el sepelio dejaba la Puerta de
Madrid a las nueve y diez de la mañana del 24 de noviembre, tras
entonar de nuevo la sección femenina el De Profundis. Los conseje-
ros nacionales, terminada su estancia en Albacete, felicitaban al jefe
provincial por la impecable organización y los deslumbrantes actos.
A las cinco y media de la tarde entraba la comitiva funeraria
en La Gineta. Varios aviones la sobrevolaban y dejaban caer ramos
-
bían sido adornadas con lazos o mantones negros. También hubo

frio, que ya era duro de por sí en estos parajes y fechas, iba obrando
con más crudeza. A las seis de la tarde, puesta de nuevo la comiti-
va en la carretera de Madrid (Figura 10) se retoma la marcha hacia
La Roda, pasando por Montalvos. El clero abría la marcha portando
una cruz del siglo XVI, artística y repujada en plata, ofrecida por el
obispado de Albacete y la noche daba solemnidad al cortejo: som-
bras y misterio que acrecentaban el espectáculo (El Alcázar, 3). La
relación nominal de los mandos que intervinieron desde Albacete a
La Roda estaba formada por los jefes Nicesio Juncos Cuesta, Felipe
Cuesta Muñoz, Julián Rivero Lozano, José García Almo-nacid [sic] y
Francisco Gómez Tébar, a los que acompañaban otros 96 falangistas
(Bouthelier y Ros, 1939, 74).
gina 24
Figura 9. Salida del cortejo de la Iglesia de San Juan Bautista.
24-noviembre-1939
Fuente: Ibidem
Figura 10. La comitiva saliendo de Albacete. 24-noviembre-1939
Fuente: www.abc.es Historia
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4.3. El paso por La Roda
La Roda, villa histórica surgida en el medievo en torno a un
-
nado por la extensa y aireada llanura que la circunda. De clima sano
y tierras fértiles se ha caracterizado por sus abundantes cosechas
de granos, vino, azafrán, aceite y frutas, así como por su producción
ganadera, propiciando una riqueza que permitió una urbanización
con buenas y amplias calles, casas de muy buen gusto y excelentes

frailes, convento de monjas y hospital, entre otros (Murillo, 1752 y
Jordán, 1779, en Rodríguez, 1985).
Los restos mortales del “ausente” llegaban acompañados de
impactantes muestras de religiosidad a las dos de la madrugada del
día 25, bajo la iluminación de antorchas y hogueras a ambos lados
del camino. Se hizo una parada junto al altar situado en la jefatura
local. Los sacerdotes entonaron en canto gregoriano el salmo Mi-
serere, que pedía piedad para el penitente, con un coro a dos vo-
  
llegaban a la iglesia parroquial de El Salvador (Figura 11) donde se
canta el , se reza el santo rosario y se ofrece un solemne
responso cantado. La torre de la iglesia exhibía una gran cruz lumi-
nosa. Tras algo más de media hora, se abandonaba el templo con el
Im Paradisum o Imparicisum, el cántico Benedictus con la antífona y
oración correspondiente (ABC, 1939, 8).
gina 26
Figura 11. Iglesia de El Salvador. 1939
Fuente: AMHRyC/X
Respecto al comportamiento y actitud popular se narró que

José Antonio y no se levantaba hasta pasado un buen rato. El frio

José Antonio se lo merecía (ABC,1939, 8). Por otro lado, Lamora Zal-
ve (2003) nos evoca lo que le contó su abuela sobre la noche de

organizado que envolvía el paso de los portadores, la severidad en
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sus movimientos, la iluminación del féretro y de parte del camino,
así como lo que se habló del evento durante muchos años. También

situada en el centro del pueblo, una de las antorchas cayó muy cer-
ca del surtidor, provocando pánico y carreras ante el temor de que
pudiera volar el depósito. Dicho suceso también es comentado por
Bouthelier y Ros (1939, 40), al repasar pormenorizadamente el iti-
nerario recorrido en el traslado. Resaltan que a los integrantes de la


respirar, el contraste entre la luz azul y el sonido de las bengalas ar-
diendo y la luz rojiza de las antorchas y el silencio del relevo. Testigo
directo fue también Francisco Celaya Tébar (2008), a quien ciertos
acontecimientos se le quedaron «grabados en las circunvoluciones
cerebrales más que otros que también ocurrieron por las mismas
fechas». Comentaba que mientras se hacía el cambio de relevo, ante
el monolito a los caídos situado enfrente de la gasolinera de El Moro,
propiedad de los Molinas (Figura 12), una bengala encendida cayó
en un suelo lleno de suciedad y charcos de petróleo de dicha insta-
lación. El pueblo corrió despavorido ante los gritos de que ardía un

1), orgullo de la intelectualidad española de la época, en su artículo
Son ellos también soledad y desamparo comentaba que lo expuesto
se narraba en las tierras soleadas del solar de España, con un hábi-
tat ingenuo, primitivo y acre, y con una sequedad que hacía agonizar
a los que la habitaban. La soledad de esta gente, seguía diciendo,
era un destierro sin parangón y hacía que las noticias fueran siem-


de espiritualidad que alcanzaba a la España que había tenido el pri-

-
no inocente y desinformado, pero abocado a la pasión enfebrecida
que la simbología de la Falange imprimía en sus mentes.
gina 28
Figura 12. Gasolinera de Eduardo Molina Cebrián. 1939
Fuente: Ibidem
CONCLUSIONES
El fascismo español, con afectaciones del italiano y del nazis-
mo, manifestó su poder de movilización de masas en el traslado de
los restos de José Antonio de Alicante a la Basílica del Monasterio
de El Escorial tal y como se hizo. Se anunciaba a los pobladores cas-
tellanos de las tierras por las que transcurría el recorrido, en gene-
ral poco leídos, crédulos y faltos de noticias frescas, que el legado
joseantoniano daría un nuevo sentido a sus vidas. De este modo, a
través de toda la parafernalia carismática fascista, se les hacía llegar
las doctrinas propias de esta corriente totalitaria.
En cuanto a la Iglesia tuvo que admitir las listas de naciona-
les caídos por la patria encabezadas por José Antonio y mantener
una incómoda y tensa relación con los falangistas. Este enalteci-
miento del “ausente” tergiversó el verdadero sentido de lo carismá-
tico como práctica religiosa, convirtiéndolo en la pieza troncal de
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EL CUERPO DE JOSÉ ANTONIO A SU PASO POR LA PROVINCIA DE ALBACETE COMO ESCENARIO DE LA LITURGIA FRANQUISTA
la sacralización de la política que desembocaría en la formalización
como religión política o cívica.
A pesar de lo expuesto, el franquismo supo elegir y jugar la


-
ba un creciente resentimiento de los falangistas al ver cómo se difu-
minaba su revolución nacionalsindicalista. Todo ello repercutió en

del ideario de José Antonio y de la aparatosidad del ritual teórico
y práctico (gestos, oraciones y voces) que, desde 1934, venía utili-
zando la Falange para el culto a sus caídos. Franco se convertía así
en el sucesor natural del Fundador, en el Caudillo, que aunaba ser el
legítimo jefe nacional del partido y el generalísimo de los ejércitos
(Figura 13).
Figura 13. Ejércitos de Franco en la Roda. 1939
Fuente: Jaime Belda Seller, 1991

del pueblo, la religión política que fue el falangismo se transformó en
gina 30

de nuestra narración, lo más original es el franqueo de carismas. En
-
tico como su dogma principal para alcanzar su revolución, apoyándo-
-
taba por un tránsito de lo carismático a su persona, que logró con la
connivencia de la Iglesia, y así personalizar el nuevo régimen median-
te lo carismático como doctrina fundamental, pero distanciándose de
los fascismos europeos (incluido el español). Con este proceder erigió
un franquismo (su régimen) basado esencialmente en su magnetismo
-
cesivo como triunfador y Caudillo victorioso que salvó a la patria, una
imagen que pudo verse en su visita a Albacete en 1947 (Figura 14), con
un régimen ya completamente asentado y consolidado bajo su poder,
pese al aislamiento internacional al que se veía sometido por entonces

de Franco en 1947, ya completamente asentado su poder.
Figura 14. Visita de Franco en Albacete. 1947
Fuente: Ibidem
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Miguel Mariano Beneite Aparicio
EL CUERPO DE JOSÉ ANTONIO A SU PASO POR LA PROVINCIA DE ALBACETE COMO ESCENARIO DE LA LITURGIA FRANQUISTA
En cuanto a las mentalidades, retomando a Condorcet, tres
son los caminos para incidir en la psique de las personas: la forma-

asientan la formación y educación de los individuos para, apoyán-
dose en las leyes, combatir injusticias y desigualdades. Legislación
e instrucción terminan la tarea que los libros inician. Pues bien, nin-

rostro” y “humilde alma” que poblaban la provincia de Albacete y el
resto de las tierras de Castilla por las que anduvo el cortejo funera-

altísimo índice de analfabetismo alisaba el camino para el arraigo
de las ideologías fascista y franquista. El engalanamiento de los lu-
gares de paso de la comitiva, la retórica y parafernalia ritual con una
esmerada liturgia que obnubilaba las mentes, la visión y la realidad
de los pobladores de Chinchilla, Albacete y La Roda no fueron sino
instrumentos diseñados para el adoctrinamiento de las masas.
Por otro lado, retomando a Carlo Caraffa, el Populus vult de-
cipi, ergo decipiatur es un principio que, como el analfabetismo, ha
sido superado por las democracias liberales. Las ideologías neofas-
cistas tal vez quieran volver a introducirlo a través de veteranos y,
sobre todo, de los más jóvenes (Figura 15). Por ello debemos estar
alerta, convertirnos en centinelas de la democracia de cara al futuro.
En ello nos va la herencia que legaremos a nuestros descendientes.
Tenemos, ética y moralmente, responsabilidad hacia las generacio-
nes futuras o, cuando menos, debemos aspirar a la justicia interge-
neracional. Ante la cuestión de si nuestra generación está autori-
zada para apropiarse de derechos heredados como la igualdad, la
libertad y la justicia, sin mediar normatividad alguna, la respuesta,
dentro del debate establecido por Joshua Beneite-Martí en su fun-
      debiera ser
implementar políticas de equidad entre generaciones.
gina 32
Figura 15. In alto, un legionario. Agosto-1939
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ANEXO
1. Correspondencia del jefe local del
movimiento al alcalde de Chinchilla
Fuente: AMCH, ref. 117667
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EL CUERPO DE JOSÉ ANTONIO A SU PASO POR LA PROVINCIA DE ALBACETE COMO ESCENARIO DE LA LITURGIA FRANQUISTA
2. Correspondencia del alcalde pedáneo de
El Villar de Chinchilla al alcalde de Chinchilla
Fuente: Ibidem
gina 38
3. Correspondencia del jefe local del
movimiento al alcalde de Chinchilla
Fuente: Ibidem
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gina 39
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EL CUERPO DE JOSÉ ANTONIO A SU PASO POR LA PROVINCIA DE ALBACETE COMO ESCENARIO DE LA LITURGIA FRANQUISTA
4. Correspondencia de la jefatura provincial
a la jefatura local de Chinchilla
Fuente: Ibidem
gina 40
5. Correspondencia del jefe provincial de la
FET y de las JONS al alcalde de Albacete
Fuente: AHPAb
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gina 41
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EL CUERPO DE JOSÉ ANTONIO A SU PASO POR LA PROVINCIA DE ALBACETE COMO ESCENARIO DE LA LITURGIA FRANQUISTA
6. Correspondencia del delegado de la Junta Política al
gobernador civil sobre los restos de José Antonio
Fuente: AMCH, ref. 117667