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Introducción

Tomás Navarro Tomás fue el tercero de cuatro hermanos. Sus padres, Juan y Joaquina, eran de Villena (Alicante) pero su hogar lo establecieron en La Roda (Albacete) y allí nacieron sus hijos. Tomás vino al mundo el 12 de abril de 1884. El padre era uno de los empleados de la Bodega del Arco y en esta bodega vivió la familia Navarro Tomás hasta los doce años de Tomás. Era una familia humilde.
Fueron años en los que el niño estaba inmerso en el pueblo, en sus gentes y costumbres; disfrutó del mastín Trabuco, del macho Caete, de regar el huerto de la casa al lado de su madre. Como él mismo confiesa: 

Repasando las etapas de mi vida, creo que el tiempo que viví en la Bodega del Arco representa mis años más felices.

Siempre fue un niño aplicado; comenzó sus estudios en La Roda. El 21 de abril de 1898, con catorce años, aprobó el curso de Ingreso en el Instituto de Albacete, el mismo Centro en el que diecinueve años antes Ramón Menéndez Pidal, que sería su maestro, aprobó el examen de Ingreso el 15 de septiembre de 1879. Los recuerdos de sus primeras lecturas son precisos: además de Juanito, libro de lecturas, y del catecismo, Navarro Tomás recuerda, como primera novela, El héroe y el César, de Parreño. Años después, en su etapa universitaria, vendría la lectura de los volúmenes de la Colección de Autores Españoles: 

Nos reuníamos en la Bodega del Arco después de la escuela y nos instalábamos en algún lugar retirado en la nave de los conos. La lectura solía terminar con la merienda de arrope que mi madre nos preparaba.

En La Roda tenía su grupo de amigos, con ellos formó parte de la banda musical, en la que tocó los hierrecillos, el bombardino y el violín. Influido por su padre, amante de la música, hizo estudios musicales que le sirvieron de mucho en su futuro porque la métrica se funda sobre el ritmo musical.
Su mejor amigo fue Maximiliano-Agustín Alarcón, compañero de juegos, compañero de lecturas, compañero de piso en la época de estudiantes, fue el entrañable compañero de anhelos e ilusiones de los mejores años de nuestra juventud.
Obtuvo el título de bachiller en el Instituto de Alicante. Decidió estudiar Filosofía y Letras y realizó los dos primeros cursos en la Universidad de Valencia; la especialidad, Filología Románica, la estudió en Madrid, en la Universidad Central, bajo el magisterio de Menéndez Pidal, persona decisiva en su vida. En 1906 ya era Licenciado en Letras y en 1908, Doctor. Siguió la oposición al Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos y en enero de 1910 tomó posesión de su destino en Ávila y, pocos meses después, en el Archivo Histórico Nacional de Madrid.
Durante sus años de estudiante había conocido en Alicante a Dolores Guirao con quien se casó. Su primera hija, Joaquina, nació en 1916 y dos años más tarde, Paquita. La familia vivía en El Viso, n.º 5, Madrid.
El talante de Navarro Tomás, responsable, legal, queda plasmado en unas páginas de anotaciones, en las que recogió todos los gastos que sus estudios ocasionaron a sus padres; era muy consciente de que ello supuso un sacrificio para la familia y, posiblemente, pensó en compensarlos.
Cuando tomó posesión de su puesto de trabajo comenzó una intensa labor dedicada a la filología. En 1910 apareció su edición anotada de Las moradas de Santa Teresa de Jesús y, en 1911, la dedicada a la obra poética de Garcilaso de la Vega; ambos volúmenes aparecieron en La Lectura, hoy, Clásicos Castellanos.
En 1910 se creó en Madrid el Centro de Estudios Históricos, institución dependiente de la Junta de Ampliación de Estudios, creada tres años antes, en 1907, con el objetivo de elevar la calidad de la enseñanza, dentro de la línea de renovación en la educación preconizada por la Institución Libre de Enseñanza, nacida en 1876. También en 1910 se fundó la Residencia de Estudiantes, en Madrid, con el mismo talante de renovación y difusión cultural.
Comienza el trabajo de campo de Navarro Tomás, sus viajes para recoger romances y sonidos dialectales, al lado de Menéndez Pidal, Federico de Onís y Américo Castro, entre otros. Trabaja en laboratorios de fonética fuera de España y, a su regreso, funda el Laboratorio de Fonética Experimental en el Centro de Estudios Históricos, del que era director Menéndez Pidal y él, profesor del mismo, además de director de la biblioteca. Colabora en la Revista de Filología Española cuyo primer número aparece en enero/marzo de 1914. Cuatro años más tarde, en 1918, se publica su Manual de pronunciación española.
Enseña en distintas universidades americanas como profesor visitante. Comienza su trabajo en el Atlas lingüístico de la Península Ibérica (ALPI), con un grupo de colaboradores: Mª Josefa Canellada, Alonso Zamora Vicente, Aurelio Espinosa, hijo, Rodríguez Castellano y Sanchis Guarner, entre otros. Martínez Torner se encarga de la música tradicional española y la voz de personajes públicos destacados queda recogida en el Archivo de la Palabra. La aportación de Tomás Navarro Tomás a la dialectología tiene un título clave, La frontera del andaluz, 1933.
En 1935 es nombrado académico de la Real Academia Española, “Silla h”; su discurso de ingreso versó sobre “El acento castellano”. En 1936 es nombrado director de la Biblioteca Nacional, presidente de la Comisión Gestora del Cuerpo Facultativo de Archivos, Bibliotecas y Museos, vicepresidente de la Junta de Protección del Patrimonio Artístico y secretario general de la Junta para la Ampliación de Estudios.
Al estallar la guerra civil, la labor que realizó para proteger el material de la Biblioteca Nacional tuvo una importancia capital; cuando se ordenó la clausura de la Biblioteca y de los Museos, libros de la Biblioteca Nacional y cuadros del Museo del Prado salieron de Madrid, muchos de ellos con el mismo recorrido: Valencia, Barcelona, Ginebra.
En 1937 viaja a Rusia en la delegación cultural española y asiste a Congresos en Bruselas, Gante y La Haya. Mientras, la Biblioteca Nacional va aceptando depósitos de bibliotecas para su custodia y el Archivo Histórico Nacional toma colecciones de documentos con el mismo fin.
Después de haber sido evacuado a Valencia y Barcelona, en 1939 Tomás Navarro Tomás cruzó la frontera francesa con un grupo de intelectuales, entre ellos Antonio Machado. De Francia pasó a EE.UU., a la Universidad de Columbia en Nueva York, donde fue profesor hasta su jubilación.
La enorme actividad de Tomás Navarro Tomás hasta su salida de España lo consagró como pilar capital en el campo de la filología española. Cuando marchó al exilio, su ritmo de trabajo continuó, lo prueban tanto su labor docente como sus publicaciones: Manual de entonación española, 1944; Estudios de fonología española, 1946; El español de Puerto Rico, 1948; Métrica española, 1956, Atlas lingüístico de la Península Ibérica, 1962; y La voz y la entonación en los personajes literarios, 1976, entre otras muchas obras. Sin olvidar un largo número de colaboraciones en revistas especializadas.
Fue profesor invitado y dio conferencias en muchas universidades, sirvan de ejemplo: Universidad de Puerto Rico, Stanford University (California), Middlebury College (Vermont, U.S.A.), Duke University (Durham, Carolina del Norte), Florida State University, etc. En 1957 abandonó Nueva York y se instaló con su familia en Northampton, Massachusetts, donde murió el 16 de septiembre de 1979.
Tomás Navarro Tomás es figura de capital importancia en la filología española.
En 1978 fue nombrado Miembro de Honor del Instituto de Estudios Albacetenses:
 
Siempre he considerado Albacete como punto de partida de mi carrera académica. En 1897 era yo un muchacho tímido y retraído que fue a Albacete a examinarse del primer año del grado bachiller, para el cual me había preparado en el colegio de La Roda incorporado al Instituto. La distinción de sobresaliente recibida en esos exámenes me dio confianza para las muchas empresas semejantes que me esperaban en la carrera. Veo ahora en el nombramiento de miembro de honor del Instituto de Estudios Albacetenses el eslabón final en el círculo de mis distinciones profesionales.


En el año 2002 el Instituto de Estudios Albacetenses dio el nombre de “Tomás Navarro Tomás” a su Biblioteca.

EMILIA CORTÉS IBÁÑEZ
Instituto de Estudios Albacetenses
“Don Juan Manuel”