Nada mejor que tener buenos compañeros para viajar. Para viajar por los caminos de la Historia, y ya que la tenemos tan cerca, de la nuestra, de Albacete. El compañero de viaje es Aurelio Pretel Marín que aporta para el recorrido dos libros suyos de diferente valor pero de parecido interés. Por el primero -el de Al-Basit-, hemos llegado al Albacete islámico del que pocas cosas quedaban y ya no queda nada después de que los últimos «arrasamientos sucesivos de sus calles y sus plazas han ido dejando sin datos físicos lo que no deja de ser ahora una conjetura» ¿Cómo fue Albacete -Albasit islámico- antes de la conquista cristiana, a caballo entre finales de 1240 y principios de 1241? Difícil saberlo.
Pero el trayecto sigue por recodo de conjetura o atajo de suposición: nuestro núcleo urbano será, más reducido, claro, el núcleo del primer tercio del siglo XIII. Tendría un castillo, o dos en los llamados «altillos».
Pero el viaje continúa a través del libro de Pretel sobre 'La villa de Albacete en la baja Edad Media' premiado y publicado en 2010. Hemos pasado de Albasit a AlbaÇet, de la aldea chinchillana a la villa independiente que se diseña durante el señorío de Villena, con Enrique III amparando su segregación de la metrópoli.
No se llevaban bien villa-villa y la aldea-villa. Superaba la emancipada a la señorial en comodidades y en agua, y en las crecientes ferias de mayo y septiembre. Tan mal se llevaban que bajaron chinchillanos con pendón e hicieron jurar a los vecinos de la joven villa que jamás volvería a hacerse independiente, y «derribaron la horca y la picota, símbolo de justicia concejil, y levantaron acta de cómo aquella villa volvía a ser aldea».
Con el hombre árabe, con el medieval y, hasta hoy, con el actual, todo responde a lo mismo: 'La Llanura', un llano pacífico, provisto de agua y poblado «por gentes sumisas» . Da gusto viajar así con la compañía docta del investigador atento y vecino y leer en los libros lo que otros escribieron y, sobre lo escrito, meditaron.
