El cementerio de los libros

El Instituto de Estudios Albacetenses (IEA) guarda en dos almacenes más de 41.000 libros, valorados en 307.000 euros, que prácticamente nadie reclama. La mayoría están apilados en las estanterías de una nave, en el Polígono Campollano, donde cogen polvo en sus cajas esperando a que alguien los recoja o los compre. La contradicción que dota de tintes de tragedia a este panorama es que se trata de obras de incalculable valor por las interminables horas de estudio que invirtieron los autores en su día. Sin embargo, no estamos hablando, ni mucho menos, de best seller, son investigaciones sobre temas albaceteños y parcelas muy concretas, como las antiguas campanas de las torres, la cría del gusano, el triásico, la vegetación de los saladares o libros de bibliografías.

Entre la interminable lista de obras almacenadas hay ejemplares que 'volarán' de la nave en otoño, como la guía '100 setas de la provincia de Albacete', todo un éxito, pero la mayoría de los libros están llamados a dormir el sueño de los justos. Se trata de auténticos tesoros para los investigadores, lo que no quita que sean libros de consulta que no podrán alcanzar su utilidad si no se ponen al alcance de su público.
No se conoce, no existe
Un dato de Albacete puede completar una tesis doctoral sobre Tomás Navarro Tomás en Puerto Rico; un tratado de arqueología sobre el Tolmo de Minateda puede resultar de vital importancia para otros yacimientos y, por qué no, un escritor puede necesitar esta gran biblioteca olvidada para ambientar su novela en la provincia.
Y es que, sin duda alguna, solo que lo que no se conoce no existe, de ahí que el reto del instituto sea adaptarse a los nuevos tiempos; sacar a la luz toda la información que encierran esos miles de ejemplares y empezar de cero.
El cambio pasa por digitalizar la bibliografía existente y hacer ediciones digitales -con un número testimonial en papel- de las obras futuras. Pero ¿qué pasa con las obras almacenadas? Para empezar, la última palabra sobre su destino la tienen los autores e igual que nadie quiere quemarlas también los hay que se muestran reacios a la digitalización.
El instituto ha tratado de dar salida a algunos ejemplares agrupándolos por temas y ofreciéndolos a los Ayuntamientos, lo que sólo le ha valido para encontrar sitio a un millar de libros.
Aunque estas obras se pueden adquirir a precio de coste en cualquier librería albaceteña, de algunas hay hasta 400 ejemplares apilados, como es el caso de 'Aproximación al culto y religiosidad' o el de las bibliografías -libros sobre los libros que hay de un tema- de las Brigadas Internacionales.
Casi todas las obras son exhaustivos estudios, como 'Atlas fotográfico de los invertebrados acuáticos de la Cuenca del Río Júcar en la provincia de Albacete'. Sin embargo, a la vista está que la temática es tan concreta que difícilmente van a salir del almacén de la noche a la mañana. Hay que tener en cuenta que el Instituto de Estudios Albacetenses se fundó en el año 1977 y, desde entonces, ha avalado una media de doce publicaciones al año, con un mínimo de quinientos ejemplares en su primera edición. Hay pruebas irrefutables de que no todos los libros se venden, pero la página web de esta institución llegó a los 50.000 visitantes el año pasado. Ésta es la cifra que anima al cambio. Puede que no haya interés por adquirir y sí por consultar. La clave no estaría, por tanto, en editar menos sino en hacerlo de otra manera.
El actual director del Instituto de Estudios Albacetenses, Antonio Selva, es uno de los grandes defensores del cambio, alentado por los consejos de su equipo, catorce expertos en diferentes parcelas del saber que ven como él que seguir llenando el almacén de papel es, cuanto menos, un atentado contra el medio ambiente. De todas formas, Selva se apoya, más que en cuestiones económicas, en una de las máximas del instituto: «La divulgación de la cultura albacetense».
Y es que hay que tener en cuenta que cualquiera puede aspirar a publicar en el Instituto de Estudios Albacetenses, pero conseguirlo es otra cosa.
Requisitos
El único requisito para registrar una obra es que ésta verse sobre un tema de Albacete. A partir de ahí, el ejemplar se envía al director del departamento que corresponda -hay catorce- quien, a su vez, lo enviará a un especialista para que elabore un informe tipo. En la actualidad, se tiende a que el informador sea externo.
Los informes de la obra candidata se remiten a la Comisión Permanente, formada por los catorce expertos, y el director lo lleva al Consejo Rector, de composición política. Hasta ahora, ha valido la opinión de los expertos, porque el consejo lo ha aprobado todo por unanimidad.
Aprobada la publicación de la obra, se inicia el proceso de adjudicación, ya que hay que pedir tres presupuestos antes de que el consejo adjudique y comience la fase de edición y corrección de pruebas. Selva explicaba que, como mínimo, pasa un año antes de que el libro salga a la calle. Hasta ahora, en la primera edición se sacaban a la luz 500 ejemplares, de los que 50, el 10%, se entregaban al autor, ya que no hay contraprestación económica.
Así, el instituto publica una media de doce libros al año, más la revista de ciencias Sabuco y Al-Basit, también almacenadas en la nave de Campollano.

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