Homenaje a Alfonso Santamaría Conde

Aportación de la obra de Alfonso Santamaría Conde a la historia de la provincia de Albacete, por Ramón Carrilero Martínez.

Biografía y talante investigador de Alfonso Santamaría.

Alfonso Santamaría Conde nace en Lorca (Murcia), en 1936. Es el único varón de una familia de cinco hermanos. Hijo de Félix Santamaría Andrés y de Soledad Conde Gamboa, naturales de Zamora. Su padre era Catedrático de Lengua y Literatura, destinado en Lorca desde 1928, donde fallecería en 1937, cuando él tenía tres años. Regresa a Zamora, en cuya ciudad cursó los estudios primarios y hace el examen de ingreso al Bachillerato en el Instituto de Enseñanza Media "Claudio Moyano". En 1946, la familia regresaría a Albacete, al ganar su madre, Maestra Nacional, la oposición a plaza de ciudad de más de diez mil habitantes. Estudió el bachillerato en Albacete, en el que hoy es el Instituto "Bachiller Sabuco", único instituto en el que por entonces existía en la capital, obteniendo en grado superior de bachiller la calificación de "Sobresaliente con Matrícula de Honor". Estudió la carrera de Filosofía y Letras (Sección de Historia) en la Universidad de Valladolid, como colegial-becario del Colegio Mayor de Santa Cruz, ampliando después su formación en la Cátedra de Historia del Arte como Profesor Ayudante Becario. En septiembre de 1958 presentó su tesina de Licenciatura, consistente en un estudio sobre "El Renacimiento Artístico en la provincia de Albacete", en la misma universidad vallisoletana, obteniendo la máxima calificación y premio extraordinario (1). Por este premio el Colegio de Santa Cruz lo distinguiría con el "Vitor" rojo. Hizo los cursos de doctorado en Valladolid y cursó los estudios de Magisterio por enseñanza no oficial en la Escuela Normal de Albacete.

En el curso 1958-59 ejerció la docencia como Profesor Adjunto Interino de Filosofía en el Instituto Nacional de Enseñanza Media de Lorca, en virtud de una convocatoria pública para ayudantes becarios, ya fuera del ámbito universitario, que tuvo que abandonar, como tantos estudiantes de familia modesta, para orientarse laboralmente.

A partir de 1961 ingresaría por oposición en la Enseñanza Media, primero como Profesor Adjunto (luego Agregados), y después también por oposición como Catedrático de Geografía e Historia. Sus respectivos traslados, después de ganar las oposiciones, fueron: como Profesor Agregado en el Instituto "Alfonso X el Sabio" de Murcia (dos cursos); Catedrático Numerario en el Colegio Libre Adoptado de Montoro (Córdoba), dependiente del Instituto "Séneca" de Córdoba (un curso); Catedrático en el Instituto Femenino de Jaén (dos cursos). En Albacete, por traslado, desde 1966, en el Instituto nº 2 (hoy Tomás Navarro Tomás), a cuya puesta en marcha contribuyó, al ser de nueva creación, y desempeñando los cargos de Secretario, Jefe de Estudios y Directos. Siempre dijo que su vocación estaba en la Enseñanza Media, pero, en realidad, estoy convencido de que si hubiese seguido vinculado a la Universidad, dado su talante intelectual e investigador, hubiera sido un buen profesor universitario.

Formó parte del equipo de investigadores albacetenses que dio origen a la revista Al-Basit, hacia 1975, y que sería el germen del futuro Instituto de Estudios Albacetenses, del que sería su primer director (1977-1978), desempeñando posteriormente cargos en su junta directiva, como presidente de las Secciones de Historia y Bellas Artes hasta prácticamente su muerte, que tuvo lugar el 16 de enero de 2008 (3)

Como investigador de temas albacetenses, su producción es amplia, como aparece al final de este artículo. Investigó exhaustivamente la documentación existente en el Archivo Histórico Provincial y Diocesano de Albacete sobre todo lo relacionado con esta ciudad en la segunda mitad del siglo XVI. Bien formado en Paleografía, era muy meticuloso en el análisis de la documentación. La cantidad de datos, no siempre ordenados, que conservaba en su archivo personal (hoy cedido al IEA "Don Juan Manuel") nos demuestra la cantidad de información que había recopilado sobre diversos temas y que desgraciadamente no ha podido dar a luz. Una peculiaridad en su estilo personal de investigación era el que a cualquier tema tangencial que encontraba en su búsqueda le dedicaba tiempo, llevado de su interés y curiosidad intelectual, por lo que sus trabajos se ralentizaban considerablemente, pero, por otra parte, favorecían su rigurosidad y profundidad. Trabajar en colaboración con él podía resultar desesperante – en el buen sentido- y lo digo por experiencia, pero era siempre una seguridad y obligaba a no poner fechas a la finalización del trabajo.

Al contemplar su bibliografía, descubrimos que no tiene una obra de conjunto escrita por él solo, a excepción de los libros que escribió en colaboración con su discípulo de bachillerato, amigo y compañero posterior, Luis-Guillermo García-Saúco Beléndez. Me consta que  albergaba la intención de escribir una historia de la villa de Albacete en el reinado de Felipe II. Le animé a ello, y de hecho llegamos a transcribir las Relaciones Topográficas de Felipe II de la Provincia de Albacete, de cara a una edición crítica de las mismas, pero circunstancias particulares y su mismo estilo de investigación no lo hicieron posible. Ha sido su gran asignatura pendiente, lo que, por otra parte, no quita valor al conjunto de su producción.

Su vocación intelectual e investigadora giró en torno a dos ámbitos generales: la Historia Moderna y la Historia del Arte, aunque por exigencia de su tarea docente tuviera que tocar otros aspectos de la historia y de la geografía. A la historia moderna de Albacete dedicó aspectos puntuales. Quizá el más extenso y al que dedicó varios artículos fue al de los "moriscos". Fue el primero que trató con  cierta amplitud el tema y, aunque posteriormente sea ampliado por otros investigadores, sus estudios serán de obligada consulta.

Otras cuestiones relacionadas con la segunda mitad del siglo XVI en Albacete fueron: la enseñanza, las fiestas populares, el paso de Felipe II por Albacete, la sanidad, la participación de la villa en la incorporación de Portugal en 1580, y los grupos marginados. También prestó atención a la religiosidad popular con sendos estudios sobre las ermitas de Chinchilla (en colaboración con Luis-Guillermo García-Saúco) y de Albacete y la devoción a la Virgen de los Llanos en los siglos XVI y XVII. Personajes, como el capitán Andrés de Cantos, y las instituciones del Marquesado de Villena, también merecieron su atención.

El único estudio global, de divulgación, será el folleto sobre Albacete en la Edad Moderna,, hecho con motivo del "Día del Libro" de 1997. Su participación en varios catálogos de exposiciones conmemorativas de la historia de Albacete le brindaron la oportunidad, en colaboración con otros investigadores, de tocar puntos sobre cronología histórica, vida municipal y escudo de Albacete (4).

Su clara vocación intelectual por la historia del arte le llevó a hacer estudios de más envergadura. Los únicos trabajos de fuera de la provincia son los que realizó en el Boletín del Seminario de Arte y Arqueología de la Universidad de Valladolid (1961), en sus lejanos años de estudiante universitario. Alguno de ellos en colaboración con otro autor (5).

Sobre la provincia de Albacete, además de su tesina de licenciatura sobre el Renacimiento, reproducida en parte en el segundo número de la revista Al-Basit, tiene varios trabajos sobre Chinchilla: dos libros en colaboración con Luis-Guillermo García-Saúco, el de la Parroquia de Santa María del Salvador y la ermita de San Pedro de Matilla; con este mismo autor el estudio de los baños árabes, y sobre el Ayuntamiento y los Madariaga, canteros chinchillanos.

Otros estudios relacionados con el arte provincial son sobre la intervención de Jerónimo Quijano y Francisco de Luna en el Bonillo, la artesanía y los oficios artísticos en Albacete en los siglos XVI y XVII y su estudio, casi póstumo, sobre la arquitectura vandélviresca en la provincia.

Participó en publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha sobre el patrimonio artístico regional: en colaboración con Luis-Guillermo García-Saúco intervino en la obra "Conjuntos históricos, Plazas mayores, Ayuntamientos...", así como en la "Guía de Castilla-La Mancha sobre el Patrimonio histórico de Albacete". En colaboración con este mismo autor y José Sánchez Ferrer participó en la extensa obra "Arquitectura en la Provincia de Albacete". Estos tres investigadores habían realizado años antes parte de las fichas del catálogo monumental de la provincia de Albacete, bajo los auspicios económicos de la Comunidad.

En el año 1983 intervino, en colaboración con Luis-Guillermo García-Saúco, en el catálogo "Albacete, tierra de encrucijada" del Centro Cultural de la Villa de Madrid, con sendas síntesis sobre Arte medieval, Barroco y Neoclásico en la provincia. También en el programa del VI ciclo de música de órgano histórico de Liétor de 1988 con una introducción sobre órganos localizados en la provincia.

En este rápido recorrido sobre la producción investigadora de Alfonso Santamaría nos explicita su variada curiosidad intelectual sobre los dos ámbitos en los que trabajó: la historia y el arte, y la aportación que ha dejado al conocimiento de la provincia de Albacete.

Sus trabajos en el campo de la historia local en la Edad Moderna

El único estudio global que tiene de la historia de Albacete en la Edad Moderna es el publicado con motivo del Día del Libro, en 1997 (6). Es una publicación de divulgación centrada en tres siglos de la villa de Albacete. En el siglo XVI se detiene preferentemente en la segunda mitad, que tenía más estudiada. Dicho estudio toca la demografía (unos 6.000 habitantes con tendencia decreciente), las actividades económicas agrícola-ganaderas, la presencia de unos 120 ganaderos y la comunidad de pastos con otras localidades del Marquesado de Villena y sus correspondientes litigios. Nos da noticia de un tema muy querido para él: la ampliación del término a costa de Chinchilla. Situaciones difíciles para la villa fueron la epidemia de peste, las malas cosechas frutos de años estériles, graves sobre toso en la segunda mitad del siglo XVI, y las plagas de langostas. Por supuesto, se estudia el impacto morisco en su tránsito por la villa, al que después aludiremos más posteriormente. Se tratan los problemas en la villa por ser lugar de paso de tropas hacia la costa, y los conflictos jurisdiccionales con Chinchilla. Aunque el crecimiento urbanístico no debió ser notable, ya aparecen muchos topónimos de calles, conservadas actualmente. En Albacete, como en el resto de España, el siglo XVII será de crisis y el siglo XVIII de recuperación. La feria tiene un tratamiento de pasada, tras su traslado en esta centuria. De hecho, recoge y resume varios de los trabajos realizados con anterioridad.

El tema "morisco" ha sido uno de los más tratados por Alfonso. Entre 1981 y 1986 publicó tres estudios (7). El primer contacto de moriscos granadinos con Albacete es en 1570, con dos expediciones de paz (los no alzados en 1570), procedentes de Lorca y Turre. En la primera expedición llegan 160 y en la segunda 293, en esta recibidos no sin recelos de la población. Los de la segunda pasarían posteriormente al Carpio y en Albacete fallecieron 6. Parece que no recibieron mal trato.

Los expulsados del reino granadino pasaron por Albacete (unos 27.000) y algunos permanecerían en la villa hasta 1610. La mayoría se dirigiría a Toledo, Campo de Calatrava y Montiel, el Priorato de San Juan y Castilla la Vieja. El elevado número desequilibraba el municipio, demográficamente seis veces menor, por lo que el concejo suplica al rey y a D. Juan de Austria su reparto por otros lugares. En los padrones de 1572 y 1573 se señala para Albacete una población morisca de unos 1500, que en 1581 había bajado a 463; en cambio cuatro o cinco años después sería de 492. Todo aparece muy documentado y relacionado con la bibliografía general sobre el tema. El autor concluye con acierto que el paso de moriscos debió constituir un quebradero de cabeza para el concejo.

La vida de los moriscos afincados en la villa mereció también su atención. Las pragmáticas reales mandaban que no estuvieran ociosos. Se dedicaron al acarreo, trajinería y reventa o en alguna tienda. Aparte de las profesiones estrictamente dedicadas al comercio, ejercieron como buñoleros, herreros, carpinteros, sombrereros, albarderos, tejedores, alpargateros y sastres o ejercieron cometidos ocasionales, como limpiar la acequia. Tampoco fueron ajenos a tareas agrícolas, como era el cultivo de las viñas. La pragmática de 1572 daba normas sobre su ubicación en las villas, pero en Albacete tenemos referencias documentales de que vivieron en casi todas las calles de la villa. En cuanto a enterramientos de "cristianos nuevos" (moriscos convertidos al cristianismo), aparecen en iglesias y ermitas. Se les obligaba a asistir a misa en la capilla de San Julián, pero su comportamiento religioso era frio. En materia de repartimientos tenían sus propios cogedores, y los encontramos participando en festivales y "alegrías".

El tema de la religiosidad popular lo trató en tres trabajos (8): dos dedicados a las ermitas, como expresión arquitectónica de dicha religiosidad, y uno a la devoción a la Virgen de los Llanos, con su trayectoria histórica y siempre con una buena base documental. Sobre el tema volvería en otros trabajos más específicamente artísticos.

Las ermitas son siempre expresión visible y signo de la religiosidad del pueblo en determinadas devociones. De Chinchilla se estudian las de San Antón, de la Fuensanta, Santa Catalina y San Sebastian. De Albacete: San Jorge, Santa Cruz, San Antonio Abad, San Sebastián, San Ildefonso, Santa Bárbara, San Ginés, Santa Catalina, Santa Quiteria, Santa Lucia, El Sepulcro, San José, El Carmen, Los Llanos y San Pedro de Matilla. Muchas, ya desaparecidas, han dejado topónimos en calles de la ciudad. En torno a ellas se llevaba a cabo procesiones o respondían a fundaciones (como la del capitán Andrés de Cantos) y las rurales pretendían facilitar en cumplimiento dominical. El ayuntamiento se implicaba, procurando que en sus alrededores no se jugara y atendiendo a la caridad y el sostenimiento de los clérigos.

El tema de la enseñanza en Albacete lo tocó Santamaría en dos trabajos: uno sobre la enseñanza de las primeras letras en la segunda mitad del siglo XVI y otro sobre la enseñanza de la gramática en las mismas fechas (9). El enseñante de las primeras letras equivalía al maestro de primaria. Su misión era enseñar a leer, escribir y contar y la doctrina cristiana. Se le exigía que fuera "suficiente y hábil" y de "buena vida y costumbres", siendo supervisado por el visitador del Obispado. Su sueldo corría a cargo de los "propios del Ayuntamiento" (8.000 maravedís anuales). La escuelas de gramática, que proliferaron a partir de los Reyes Católicos, parecen responder a una gran demanda. Hubo un preceptor, generalmente de fuera de la villa, sostenido por el gobernador del Marquesado de Villena. En algún período atendieron el servicio los frailes agustinos, establecidos en la villa desde 1576. La subvención del municipio osciló entre 10.000 y 30.000 maravedís al año.

El tema de la sanidad lo trató en un ensayo sin que difiriera mucho de otras localidades de Castilla. Los médicos y cirujanos -  de una categoría inferior a los primeros – tenían una formación libresca y empírica que perfeccionaban con la experiencia posterior, eran pagados por el concejo –entre 15.000 y 40.000 maravedís/año en la segunda mitad de la centuria-.

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IEA   Diputación Albacete
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